La academia, y en especial las universidades, contribuyen a la sostenibilidad al generar y transmitir conocimientos guiados por valores de responsabilidad ambiental y social. Más allá de formar profesionales, su compromiso principal es con la búsqueda de la verdad y la libertad de pensamiento para enseñar e investigar, pilares de su autonomía. La universidad debe crear conocimientos que transformen y hagan avanzar a la sociedad.
El Estado debe garantizar la institucionalidad y normatividad necesarias, con participación ciudadana, para asegurar derechos políticos, sociales y culturales. Además, debe proteger los ecosistemas y promover sociedades pacíficas e inclusivas, manteniendo la soberanía, la cohesión social y una transición de mando conforme a la ley.
Las empresas deben garantizar la sostenibilidad ambiental de sus actividades a mediano y largo plazo, gestionando riesgos y oportunidades para mejorar su competitividad. El empresario innovador debe promover la ciencia, tecnología e inclusión, impulsar el desarrollo regional, diversificar la producción y expandirse a mercados internacionales, contribuyendo a la descentralización y fortalecimiento de la Nación.
La sociedad civil, organizada de manera voluntaria y sin subordinación al poder, incluye a voluntarios, sindicatos, gremios, organizaciones vecinales, culturales, religiosas, deportivas, ONG’s, entre otros. Contribuye a la sostenibilidad mediante sus actividades diarias y al proponer y movilizarse en favor de esta causa.
Los actores ambientales son instituciones y personas que lideran la defensa de la naturaleza, especialmente ante el cambio climático. Pueden ser ciudadanos, comunidades, empresas o instituciones que cuestionan y actúan frente a prácticas no sostenibles.